Tendré que recoger aquellos versos que nacieron sin sentido, que jamás dijeron las cosas que quise decir, aquellos textos que expresaban la pobreza de mí y de mi cultura y de la bajeza de mi corazón, de mi mente, de mis pensamientos, de mi espíritu vano y vago, esos que arremetían contra las letras expresas porque aún no sabía que pensar era alcanzar la gloria en esta tierra…
Tendré que caer tan bajo porque el pensamiento se ha suicidado y no puedo seguir regalando oro a quién aún no aprende a comer en plato; esto es caer tan bajo, tan bajo que la fosa de la muerte queda muy pequeña ante aquellas mentes que se esconden detrás del ¡ay, qué lindo!, sin siquiera entender lo que digo…
Tendré que parecer reprimido porque no creo que entiendan aquellas palabras que encierran mi interior, a mi interior que está erguido por una profundidad que escapa de la realidad de aquellas subjetivas mentes que creen que el mundo se ha fundado en cuentos…
Y encierro mis más profundos pensamientos para aquellos que realmente entiendan que las palabras vuelan, vuelan por dónde quieren volar, por dónde las quieran hacer volar… porque tienen un mensaje, no dicen lo que ven, lo que creen, lo que interpretan con ignorancia…
Y con pena me despido de aquellas mentes retrógadas, aquellas que aún viven en los inicios del no conocer, de la ausencia de un libro, de un diccionario, del que no saben ni qué es, ni para qué sirve…
Y me despediré porque veo que están perdidos y yo no quiero perderme, pero no les dejaré perderse, reduciré a cero la posibilidad de pensar, hablaré en su lenguaje, para que se den cuenta que la pobreza aniquila las ideas y mata las grandes obras de vida, de la vida que es como una escultora que expresa su belleza con pequeños detalles que pasan desapercibidas o se inclinan a la gloria…
